BLOG - Pruebalo Otra vez (1)

Recuerdo el día en que estábamos en una reunión gerencial y le sugerí al grupo una estrategia interesante para comunicar un nuevo programa que estábamos re-lanzando. La idea no fue ni rechazada, ni aceptada, ni discutida. Era la tercera vez que lo mencionaba y me parecía que cada vez que decía mi idea en voz alta, mis palabras no lograban llegar (y entrar) a los oídos de los demás.

Dos semanas después, seguíamos hablando del mismo tema y en un momento de lucidez y exaltación por parte de mi colega, menciona la idea que ya había sugerido….3 veces…en las últimas 3 semanas….como si fuera algo que se le había ocurrido en ese segundo. Terminando de decir MI idea, mi jefe, emocionado dijo que le parecía un BUENÍSIMO aporte. ¡Todos estaban de acuerdo! ¡Todos querían implementarla! ¡Muy buen aporte!.

 

Yo, me quedé con los ojos abiertos sin parpadear, creo que ni siquiera respiré durante toda la reunión. Una colega mía me vio a los ojos, con cara de lástima. Dentro de mi pensaba: TRES VECES, en las últimas TRES REUNIONES.

 

Ahora que miro hacía atrás, pude haber hecho muchas cosas distintas y pudieron haber muchos factores que influyeron en esta situación, incluyendo le hecho de que nosotras debemos de probarlo una y otra vez. Y por supuesto, que tanto hombres como mujeres tenemos que demostrar que damos la talla para el puesto al que fuimos contratados, sin embargo las mujeres debemos de demostrar nuestra competencia una, y otra, y otra vez.

Seguro que no todas las mujeres pueden estar experimentando estos cuatro sesgos (algunas mujeres pueden experimentar 1 o 2 de esta lista, otras todos o ninguno), y no son los únicos sesgos que existen (también existen mitos sobre la maternidad y nuestro compromiso en el trabajo, el mito de las mujeres muy “femeninas” y poco respetadas o muy “masculinas” y por lo tanto no aceptada). Sin embargo hoy me enfocaré en el mito de “Probarlo una y otra vez”. ¡Empecemos!:

  1. Los hombres son juzgados por su potencial, las mujeres son juzgadas por sus logros:

Por muchos años la idea que tenemos de un líder ha sido asignado a los hombres. Pensemos en un gerente, un supervisor, un empresario. La mayoría de personas – incluyéndome a mi – pensamos en un hombre y es por eso que la idea de tener mujeres en puestos de mayor responsabilidad parece menos “natural”, y más riesgoso, en comparación de un hombre. Este pensamiento también puede explicar porque un hombre joven con buena educación y poca experiencia puede verse como una oportunidad de contratación, mientras que una mujer joven (con la misma educación y la misma experiencia que el hombre) puede verse solamente como inexperta.

 

  1. Lo que necesitamos para un puesto de trabajo es cualquier característica que el candidato (hombre) tenga:

Primero debo de advertirte que esto va a doler, y por una buena razón. En un estudio realizado por la Universidad de Princeton, se realizaron dos CV´s u hojas de vida de dos candidatos que competían para un puesto de trabajo, una con más experiencia laboral y otra con una mejor educación. Ambas hojas de vida fueron entregados a los participantes del estudio y se les preguntó a que candidato contratarían. A un grupo les mostraron a una mujer con más experiencia versus un hombre con mejor educación y a otro grupo les mostraron un hombre con más experiencia versus una mujer con mejor educación. Los resultados fueron sorprendentes:

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El 76% estaba de acuerdo que el candidato (sin importar el género) con mejor educación era el mejor. Cuando el hombre tenía más educación que la mujer no habían ningún problema, la mayoría seguía estando de acuerdo con que el mejor candidato era el que tenía mejor educación. Pero cuando la mujer tenía más educación que el hombre, el 57% seguían escogiendo  al hombre, y la gran mayoría lo justificaron dándole más importancia a la experiencia y menos importancia a la educación. Este comportamiento sólo pasaba cuando la mujer era mejor calificada que el hombre.

Este patrón -llamado “casuística”- es cuando las personas creen que están tomando una decisión objetiva, cuando en realidad están cambiando las reglas del juego para justificar sus sesgos, y más preocupante aún, lo hacen de manera inconsciente. ¡Ouch!

 

  1. Los éxitos de los hombres son atribuidos a habilidad, los éxitos de las mujeres se atribuyen a la suerte; con los errores es lo opuesto:

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Todos (hombres y mujeres) cometemos errores en algún momento de nuestra carrera profesional. El problema es que para nosotras, los errores pesan más y son recordados por más tiempo. Una explicación es que cuando el hombre es exitoso, está llenando nuestras expectativas (si, esto nos incluye a nosotras) y esto se convierte en una profecía cumplida. Cuando rompemos este comportamiento (por ejemplo logramos una cuenta grande para la empresa, cerramos un proyecto de manera exitosa, superamos la meta de ventas) se está violando las expectativas y es más probable que lo atribuyamos a suerte. Y más poderoso aún, la mayoría de nosotros tendemos a olvidar más rápidamente estas “violaciones de expectativas” porque ponen en conflicto nuestras creencias preexistentes.

 

  1. Las mujeres “chismosean”, los hombres “hablan de negocios”:

De esto me considero culpable, ya que como yo, muchos pueden ver a dos hombres conversar en una oficina y asumir que están hablando de negocios. Pero cuando vemos a dos mujeres asumimos que están hablando de la pelea con el esposo, de la gripe de su bebé o de la colega que no le dio los buenos días. Y de esta manera es como inconscientemente clasificamos los temas “de mujeres” como distracciones y los temas “de hombres” como una manera de formar relaciones profesionales entre ellos.

Por eso es que nuestro colega hombre tiende a tener su “pase libre” al inicio de las reuniones para tomar 10 largos minutos para hablar con nuestro jefe del partido del Barca versus Real Madrid (que Suárez ya tiene dos tarjetas amarillas, que Pepe, que Ramos, que Neymar….que Messi, que Cristiano….todo esto mientras enrollamos los ojos viendo nuestro teléfono). Y ojo, que este sesgo no solo aplica para las conversaciones, también aplica cuando existen desacuerdos (porque nuestros colegas hombres tienen desacuerdos, pero nosotras tenemos “peleas de chicas” o “catfights”).

 

Al escribir esta publicación me doy cuenta que aunque es cierto que he vivido todos los sesgos que he enumerado, también es cierto que yo he compartido y alimentado estos sesgos por mucho tiempo. Yo también le he asignado género masculino al líder que tengo en mente, he asumido que mis colegas mujeres están en pleno cuchubal en horas de oficina, que el éxito de la campaña se debió a que tuve suerte y no a mi habilidad como profesional, que la persona que yo necesito para contratar es hombre, porque las mujeres somos muy complicadas.

 

Y me doy cuenta que si realmente queremos ser parte de la raíz del cambio debemos de empezar por nosotras y nuestros sesgos de lo que es un líder (empezando por pensar que puede ser UNA LIDER), de lo que es trabajar con mujeres, de que nuestros logros son por nuestras habilidades. Y lo digo una vez más, lejos de preocuparnos u ofendernos, esto debe de prepararnos para saber como actuar ante estas situaciones.

 

Antes de irme, quisiera invitarte a compartir tu experiencia, estoy segura que tenemos MILES de historias que contar similares a la mía. Recuerda que ¡No hay nada más importante que aprender de la experiencia de las demás!.

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